lunes, 25 de marzo de 2013

HISTORIAS DE LOS TITERES VIII

HISTORIAS DE LOS TITERES VIII

Los Maestros del Siglo XX en Europa

Desde los inicios del siglo XX el teatro de muñecos comenzó a subir vertiginosamente (...) Como todas las grandes empresas, esta tuvo sus pioneros: brillantes personalidades artísticas que asumieron este arte con seriedad y rigor profesional; como una honrosa profesión que constituía el sentido de sus vidas. Fueron muchos los artistas que integraron esta hornada y no es posible mencionarlos a todos, pero sí debemos consignar al menos la labor de los mas importantes, de aquellos que, entre principios y mediados del siglo, forjaron la fisonomía del teatro de títeres moderno.

Maestros del Viejo Mundo

Fue en Europa donde surgieron los primeros brotes de la nueva tendencia artística en el teatro de muñecos. Titiriteros aislados en diversos países iniciaron un movimiento renovador desde los albores del nuevo siglo. En Alemania, Paul Brann, discípulo de Max Reinhardt, inauguró en 1905 su Teatro de Títeres de los Artistas de Munich, que trabajó sin tregua hasta que su director, por ser judío  tuvo que emigrar a causa del antisemitismo nazi. El teatro de Brann agrupó a su alrededor artistas de renombre y cosechó innumerables admiradores, entre ellos a los pintores Kandinsky y Klee. El repertorio estaba integrado por obras de Maeterlinck, Schnitzler, Moliére, Goethe, entre otros clásicos, así como operas compuestas especialmente para muñecos.

El trabajo de este director, que utilizaba la técnica de la marioneta, dio inicio al teatro de títeres artístico en Alemania y lo difundió por el mundo mediante giras a dieciséis países. Brann muerió exiliado en Inglaterra en 1955, a los ochenta y dos años de edad. En 1962, unas doscientas de sus marionetas regresaron a Munich para engrosar la colección del Stadmuseum de esa ciudad.

Otro artista alemán, Ivo Puhonny, fundó en 1911 el Teatro de Marionetas de Baden-Baden. Diseñador y pintor, Puhonny estudio el arte de los títeres en Java, China y Japón antes de abrir su propio teatro. Estaba convencido de que el titiritero, para dominar todas las posibilidades de su trabajo, debía diseñar y construir por sí mismo los muñecos y los decorados.

Puhonny se mantuvo activo hasta los años treinta, y como Brann, hizo numerosas giras al extranjero. El especialista alemán Hans Purschke considera que la experienca de Baden-Baden "marcó la fisonomía artística del teatro alemán de títeres" y valora altamente la realización de las figuras y el virtuosismo de su movimiento, así como la importancia literaria del repertorio.



Un artista de excepcional originalidad fue el austriaco Richard Teschner. Casado con una mujer rica, estaba libre de presiones económicas y pudo darse a la tarea de experimentar y de poner en práctica todas las ideas que se le ocurrían, aparte de ofrecer funciones para un público reducido de setenta personas... sin cobrar la entrada.

Teschner había fundado un teatro en Praga en 1906, pero en 1911, durante se viaje de luna de miel a Holanda, vio los muñecos javaneses del wayang en un museo y la técnica llamó su atención. Aunque por entonces predominaba la marioneta en Europa, comenzó a construir títeres de varillas que partían del wayang, pero introduciéndole modificaciones propias. Sus figuras median entre catorce y dieciocho pulgadas de altura, la cabeza era movible y el cuerpo estaba atravesado por el centro por un fuerte y delgado tubo con una pestaña saliente en su parte inferior. El tubo con el saliente descansaba sobre un tablado con muescas que soportaba al títere y permitía sujetar y mover el tubo central, así como accionar las varillas de las extremidades del muñeco.



Esta técnica única se ponía en práctica, además, en un no menos curioso escenario. El Figurenspiegel de Viena tenía una embocadura de un poco más de quince pulgadas cubierta por un cristal circular y algo convexo, como el de un reloj, todo rodeado por signos del zodiaco. Detrás había un espacio para tres manipuladores sentados. Con humo y otras sustancias químicas de colores atravesadas por la luz, se lograban efectos mágicos tras el vidrio. Teschner era muy  celoso de sus secretos. Solo un poco antes de su muerte, ocurrida en 1948, permitió tomar fotos de la parte posterior de su escenario, que fue conservado en un museo austriaco.

                                                     

El virtuosismo en la manipulación de las marionetas y el sentido espectacular se unieron en el Teatro del Piccoli, fundado en 1914 en la ciudad de Roma por el italiano Vittorio Podrecca. El repertorio era lo bastante amplio para complacer todos los gustos y todos los públicos: cuentos de Perrault para niños. Operas cómicas como La Serva Padrona y El Barbero de Sevilla, espectáculos de variedad que incluían números de circo y reproducciones en marionetas de personalidades de la pantalla como Charlot, Laurel y Hardy, Greta Garbo, los Hermanos Marx y hasta muñequitos como Betty Boop y Mickey Mouse. Para las estrellas de cine se utilizaban las voces originales grabadas, mientras que las arias operísticas se interpretaban "en vivo" por los cantantes líricos de la compañía. Se calcula que Podrecca llegó a tener entre quinientos y ochocientos muñecos en activo.

La compañía italiana conserva en cierta medida los rasgos distintivos de los grandes shows titiriteros de finales del siglo XIX, con sus números espectaculares, sus variedades circenses, la costumbre que por un tiempo tubo el director de cubrir con telones la parte posterior del escenario para ocultar sus secretos y, sobre todo, su naturaleza viajera.  Podrecca podía saludar al auditorio en dieciséis idiomas, y a medida que viajaba iba incorporando a su espectáculo números típicos de los países visitados. Así, el repertorio incluía variedades con acróbatas ingleses, gauchos argentinos, toreros españoles... y rumberos cubanos, pues el Piccoli se presentó en el Teatro de la Comedia, de La Habana, en junio de 1939.

Vittorio Podrecca

Un matrimonio ruso, el escultor Iván Efímov y su esposa Nina, pintora, comenzaron a hacer espectáculos de muñecos en Moscú, alrededor de 1917. Al principio trabajaron con títeres de guante, pero al fin experimentaron con los de varillas, cuyas ventajas técnicas había puesto de manifiesto Teschner en su teatro de Viena. Los Efímov, que terminaron dedicándose al teatro para niños, fueron pioneros en el trabajo con títeres de varillas en la URSS, aspecto que adquiere mayor significación si se tiene en cuenta que ésta técnica alcanzó en ese país una maestría extrema, sobre todo en la compañía dirigida por Obraztsov.

Serguei Obraztsov, nacido en Moscú en 1901 y fallecido a los noventa años, comenzó por ser cantante lírico y actor del "teatro humano", como denominó al teatro en su famoso libro Mi Profesión, pero muy temprano comenzó a interesarse en los títeres. En sus comienzos se relacionó con el artista popular Záitzev, uno de los artífices del Petrushka ruso, y con el matrimonio Efímov. El jóven Sergei comenzó por montar espectáculos unipersonales en los que ponía en práctica varias técnicas, y tras varios años de exitosa vida profesional, asumió en 1931 la dirección del Teatro Central Estatal de Muñecos de Moscú, que se convirtió en unos de los conjuntos titiritescos más importantes del mundo. Aparte de su contribución teórica como autor de u libro y de numerosos artículos, Obraztsov elevó a un nivel nunca antes visto la concepción artista del teatro de muñecos y desarrolló hasta la perfección la técnica de los títeres de varillas y de mecanismos.

El talento creador del maestro checo Josef Skupa marchó siempre unido a su valiente postura cívica. La vida de este hombre parece una leyenda. Nacido en Pilsen en 1892, comenzó desde muy joven su trabajo titiritero. Skupa convirtió al popular Kasparek en un crítico acervo de la monarquía austro húngara de principios del siglo XX, fue por ello por lo que los habitantes de Pilsen inauguraron años después una plaza conmemorativa al pequeño personaje.    

Hurvínek y Spejbel

En 1920, el escultor Karel Nosek creó la marioneta Spejbel, que en manos de Skupa devino pronto un personaje muy popular, al punto de que seis años mas tarde le nació un hijo, Hurvínek, y el dúo pasó a la inmortalidad. Spejbel es un padre semi educado y sabelotodo que discute constantemente con su brillante hijo. Skupa manipulaba a Spejbel y su esposa a Hurvínek. Los dardos verbales de ambos personajes contra los ocupantes nazis de Checoslovaquia hicieron que las fuerzas represivas tomaran cartas en el asunto. Los muñecos fueron a para a una prisión de la Gestapo y el propio Skupa a una cárcel de Dresde de la que escapó casi por milagro a causa de un incendio.

Josef Skupa murió en 1957, pero el teatro de marionetas que había fundado en Praga durante la década del veinte continuó activo (...)

En años mas recientes, otros artistas europeos han alcanzado amplio relieve internacional. Entre ellos se encuentra el francés George Lafaye, que luego de experimentar con varias clases de títeres adquirió reconocimiento mundial al emplear  manos y objetos con la técnica del teatro negro. En uno de sus más famosos trabajos, John y Marsha, un sombrero de copa (John) y una boa de plumas (Marsha) se mueven por el aire en una escena amorosa (...)

Otro famoso y activo maestro de nuestro tiempo es el marionetista Albrecht Roser, de Stuttgart, Alemania, a quien tuvimos oportunidad de ver en 1976 durante un festival internacional de títeres celebrado en Moscú. Roser ha viajado por todo el mundo presentando presentando lo mismo piezas de larga duración que números de variedades. En su actuación moscovita ofreció un espectáculo con números musicales y de circo en compañía de una joven asistente (...) el famoso títere Gustavo desató las carcajadas por su conversación con el público -en ruso- sentado frente a su piano. Gustavo se ha convertido en un personaje célebre  por su rostro bonachón y por su irresistible que logra al mover el dedo índice de su mano derecha.

Gustavo, de Albrecht Roser

Michael Meschke nació en Polonia en 1931, pero tuvo que emigrar con su familia a Suecia, huyéndole al nazismo, y desde entonces se radicó en ese país. Su labor como titiritero comenzó a finales de la década de los años cuarenta. En 1951 estudió el arte de los títeres con el maestro alemán Harro Siegel, y en 1958 fundó en Estocolmo el Marionetteatern, uno de los pocos teatros financiados por el Estado en Europa Occidental.

El Marionetteatern se ha convertido en pocos años en una famosa institución por el alto nivel artístico de sus producciones y la amplitud de su repertorio, que incluye a Aristófanes, Shakespeare, Kleist, Chéjov, O´Casey, Shaw, Neruda y Durrenmatt, entre otros autores clásicos y contemporáneos. El grupo ha ido de gira a todos los continentes y visitó Cuba en la década del setenta con su famosa puesta de Ubu Roi, de Jarry. Meschke, además, es autor del importante libro Una Estética para el Teatro de Títeres y ha impartido cursos y seminarios técnicos en varios países del mundo.

Ubú Roi del Marionetteatern

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